Los ciberataques pueden tener un impacto negativo en todo el ecosistema de una organización, desde interrumpir las operaciones diarias hasta poner en peligro la privacidad de los clientes, proveedores y colaboradores, lo que puede contribuir a una reputación de marca debilitada y pérdida de ingresos.
Hoy en día, los ciberataques representan casi $1 billón de colares para la economía global, sin embargo, la mayoría de las organizaciones carecen de planes para prevenir y responder a un incidente cibernético. Dado el alto riesgo de que un ciberataque afecte a una organización, incluidos los impactos financieros asociados de ese, es esencial que el director financiero (CFO) y el director de seguridad de la información (CISO) colaboren para evaluar y comunicar el riesgo, para implementar las salvaguardias necesarias para proteger el bienestar del negocio.
Un presupuesto de seguridad informática bien planificado no es un gasto, sino una inversión en la protección de los activos más valiosos de una empresa: su información, sus sistemas y su reputación. Un estudio reciente de Ponemon Institute reveló que el costo promedio de una brecha de datos en 2023 ascendió a $4.35 millones, un aumento del 12% con respecto al año anterior. Recuerda, un presupuesto adecuado permite a la empresa:
El CFO, como guardián de las finanzas de la empresa, tiene la responsabilidad de garantizar la eficiencia y el uso responsable de los recursos. El CISO, por su parte, posee el conocimiento técnico y la experiencia para identificar y gestionar los riesgos de seguridad informática.
Según Gartner, una relación sólida y bien funcionamiento entre el CFO y el CISO conlleva un 51 por ciento más de probabilidad de asegurar financiamiento para iniciativas digitales, un 39 por ciento más de posibilidad de mantener los gastos digitales dentro del presupuesto, y un 18 por ciento más de probabilidad de lograr los resultados comerciales previstos.
La colaboración entre ambos líderes permite alinear la estrategia de seguridad con los objetivos financieros, ya que el CFO puede ayudar al CISO a traducir las necesidades de seguridad en términos financieros, facilitando la obtención de recursos y la priorización de inversiones. Además, optimiza el uso del presupuesto, puesto que el CISO puede trabajar con el CFO para seleccionar las soluciones de seguridad más rentables y efectivas para la empresa. Esta colaboración también mejora la comunicación y la toma de decisiones, ya que facilita el intercambio de información y la toma de decisiones estratégicas en materia de seguridad informática.
Ambos líderes deben entender las complejidades financieras y técnicas involucradas en la ciberseguridad y estar dispuestos a aprender y adaptarse constantemente en un entorno en constante cambio.
El diálogo abierto y respetuoso facilita la identificación y comprensión de los riesgos y necesidades de la organización, permitiendo la implementación efectiva de controles y estrategias de seguridad.
Además, el conocimiento compartido entre el CFO y el CISO garantiza una alineación de objetivos y una asignación adecuada de recursos financieros para fortalecer las defensas cibernéticas.
En última instancia, esta colaboración promueve una cultura de seguridad integral en toda la organización, lo que es crucial para proteger eficazmente los activos y la reputación de la empresa en un mundo digitalmente interconectado.