En un mundo cada vez más conectado, los límites entre la vida personal y laboral se han vuelto difusos. Llevamos el trabajo en el celular, almacenamos documentos en la nube y respondemos correos desde cafeterías, aeropuertos o el comedor de nuestra casa. Este nuevo estilo de vida trae comodidad, pero también riesgos: basta un clic mal dado o una red pública insegura para poner en peligro información sensible, ya sea personal o corporativa.
Proteger la información no es exclusivo del área de TI. Hoy todos somos responsables de la seguridad, desde el asistente administrativo hasta el director general. Los ataques no siempre buscan romper sistemas complejos; muchas veces aprovechan errores humanos, descuidos o simples olvidos. Por eso, adoptar buenas prácticas en el día a día se ha vuelto una habilidad profesional esencial, tanto como saber usar un Excel o redactar un correo.
Un buen punto de partida es revisar las contraseñas. Aún hoy, muchas personas usan “123456” o el nombre de su mascota como clave principal. Usar contraseñas únicas y robustas para cada cuenta, apoyarse en un gestor de contraseñas y activar la autenticación multifactor (MFA) son pasos sencillos pero críticos. No se trata de paranoia, sino de prevención inteligente.
Otro hábito esencial es evitar el uso de redes Wi-Fi públicas sin protección. Conectarse a una red abierta sin usar una VPN es como tener una conversación privada en altavoz en medio de una plaza: cualquiera puede escuchar. Si trabajas fuera de casa, procura usar tu red móvil o activar una VPN antes de acceder a información sensible. Este pequeño paso puede evitar fugas de datos valiosos.
También es clave separar los dispositivos y cuentas personales de los laborales. Muchas veces, por comodidad, instalamos apps personales en equipos del trabajo o viceversa. Esto puede abrir puertas no deseadas a ciberdelincuentes o generar conflictos de privacidad. Mantener esa separación ayuda a reducir la superficie de ataque y también a proteger tu propia privacidad frente a políticas internas de monitoreo.
El correo electrónico sigue siendo uno de los vectores de ataque más comunes. Correos con enlaces sospechosos, facturas falsas o suplantación de identidad están a la orden del día. Antes de hacer clic, pregúntate: ¿esperaba este mensaje?, ¿la dirección del remitente es legítima?, ¿hay errores ortográficos sospechosos? Un par de segundos de duda pueden salvar a toda una organización de un incidente costoso.
Por último, cuida tu entorno físico. Dejar tu laptop desbloqueada en una sala de juntas, permitir que otros vean tu pantalla en espacios públicos o tirar papeles sensibles sin destruirlos son errores frecuentes. La ciberseguridad no termina en la pantalla: empieza también por estar atento a lo que te rodea.
Adoptar estas prácticas no requiere ser experto en tecnología. Solo necesitas conciencia, constancia y disposición para aprender. En TBSEK creemos que la ciberseguridad efectiva comienza con decisiones pequeñas, pero bien ejecutadas. Al proteger tu información, también estás cuidando tu reputación, tu tranquilidad y la integridad del lugar donde trabajas.
Acciones inmediatas
- Usa un gestor de contraseñas y activa la autenticación multifactor en tus cuentas
- Evita redes Wi-Fi públicas sin protección; utiliza una VPN cuando sea necesario
- No mezcles dispositivos ni cuentas personales con laborales
- Sé cauteloso al abrir correos y evita hacer clic en enlaces sospechosos
- Bloquea tu computadora cuando te alejes, incluso por pocos minutos
- Destruye físicamente papeles con datos sensibles antes de desecharlos